28 diciembre 2006

Eva, Maria y Sacerdocio Femenino.


La teología Cristiana, en especial la Católica, sitúa a la mujer en una categoría inferior. Considera al hombre el espíritu y a la mujer la materia que se reproduce, que niega de su sexualidad, subrayando la condición de subordinar su vida al cumplimiento de su función reproductiva, condenado a la mujer a parir sin límites y sin condiciones.

La condición de subordinación en la que ha vivido la mujer a través de la historia cristiana, se presenta como el resultado de una decisión divina: un castigo de Dios. El hombre contra la mujer por su participación en el pecado original. Ya en el Antiguo Testamento la mujer aparece como lo negativo, símbolo de la carne, de la tentación, con una Eva sin entidad propia, fruto de la costilla del hombre representando el pecado, el mal, quien además era la responsable de la muerte y el dolor de toda la humanidad.

La Iglesia Católica ampara la misoginia, como queda demostrado a lo largo de la historia. Santo Tomas de Aquino, de la Orden Dominicana, escribe así en su Suma Teológica “la mujer es una cosa imperfecta y ocasional, se halla sometido al hombre, en quien naturalmente hay mejor discernimiento de la razón”

Tertuliano de Cartago, apologista cristiano, escribió que “cada mujer debiera estar caminando como Eva, acongojada y arrepentida, y como castigo debía sentir el dolor de dar a luz a los hijos, necesitando del marido y siendo dominada por éste”.

En la Carta de los Obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y l Mundo, publicado por el Vaticano el 31 de Julio del 2004, expone la clara animadversión hacia la mujer en defensa del Dios Varón. En este discurso Ratzinger afirma, que Dios a través de la Iglesia Católica ha decidido levantar el castigo a la mujer. Todo lo que ella tiene que hacer es seguir el ejemplo de la Virgen Maria y sus “disposiciones de escucha, acogida, humildad, fidelidad, alabanza y espera” En el nuevo testamento las interpretaciones machistas de los textos bíblicos realizadas por la Iglesia Católica se acentúan, transformando la figura de una Maria joven, pletórica, en esa mujer hecha para el dolor, la aceptación resignada, sin capacidad de iniciativa y consagrada de por vida a la castidad.

Esta reflexión no es contra la religión, sino específicamente contra las manifestaciones discriminatorias que se solapan tras el lenguaje religioso y que se estiman como productos de la historia. Son los hombres (varones y mujeres) los que han consolidado la desigualdad como medio de cumplir funciones sociales específicas; por ejemplo la segregación del ámbito de lo femenino (la casa y la crianza, con una multiplicación de los valores simbólicos de lo íntimo) del de lo masculino (volcado a lo exterior) pudo resultar una adaptación puntual y eficaz. Por tanto pueden redefinirse las pautas convivenciales y los mecanismos ideológicos que las justifican.

La teología feminista, muy activa, por ejemplo en el seno del catolicismo, no se propone desmontar la religión, sino las justificaciones de la discriminación: por ejemplo en lo relativo al sacerdocio femenino, y frente al argumento de que los carismas sacerdotales solo los otorga el Espíritu Santo a los varones, contestan que no es que la tercera persona de la Trinidad sea machista, sino que lo son los que tienen que reconocer dichos carismas, pues no los buscan en las mujeres.

Se manifiesta, por tanto, una necesidad de generar un marco común de comportamiento que, consensúe la desaparición de este tipo de terribles prácticas discriminatorias y vejatorias. Se trata de un problema muy complejo: el de la necesidad de una ética común, que desde el respeto de las diversidades culturales y religiosas, pero a la par sin caracteres etnocéntricos y religiocéntricos que la desvirtúen, sirva para acabar en este caso con la discriminación.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola! Me he estado paseando un poco por tu blog y me ha interesado mucho lo que he leído. Es una pena que se empiece ya a pensar que existe igualdad cuando quedan tantas barreras por tumbar. Se está en un punto peligroso, el de: "Si quieres yo te ayudo a fregar" o "Hoy voy yo a hacer lo comida" expresando la infinita gratitud por el hecho.

Sigue escribiendo de estas cosas, a ver si te lee mucha gente y despierta.

Un saludo!

Anónimo dijo...

La iglesia Católica, los Estados, el mundo del arte, el psicoanálisis (freudiano),etc., han discriminado a la mujer y lo siguen haciendo. Este no es un asunto de sólo insurrecionamientos, es asunto de derechos civiles, los básicos, los fundamentales. No se puede ya dar la espalda a la mitad de la humanidad que viven como ciudadanas de segunda clase. No se trata de idologías, es puro sentido común.

Anónimo dijo...

que sepas que te linkeé, sorry el atrevimiento...

Paz dijo...

Hola Mari,
Estoy encantada de que podais leer, opinar y compartir vuestras ideas, pensamientos. Es más es a tí, a vosotros a quien/quienes debo dar las gracias. Un beso

Anónimo dijo...

A mi lo del sacerdocio femenino me produce la misma sensación que la reforma de la Constitución para qu elsea la mujer la que reine en igualdad de condiciones (sin prioridad del varón). Son instituciones que no resultan modernas y no pueden serlo en su esencia. Más que nada porque su dogma de fe se encuentra en miles de años de tradiciones, en la unión de Dios con un pueblo, la elección de un representante de éste, la sangre... lo que viene a ser toda una modernidad. Por tanto, no sólo creo que no es necesario sino que además me resultaría contraria a su propio sentido.

Un saludo.-

Harry Reddish dijo...

Es verdad que en el seno de la Santa Iglesia se produce este tipo de discriminación y que dentro de su seno hay quienes discuten este y otros tipos de incoherencias presentes en ella. Lo que digo yo siempre es que si no te gusta un club, pues no te apuntes a él. Está claro que la estructura va a seguir siendo la misma (los intereses son muy grandes para que se produzca un cambio) y el pataleo y la disidencia no sirven de nada. Por otro lado seguimos estando bastante influenciados por la Iglesia de una forma cultural (por muy ateo o agnóstico que se sea), pues sigue siendo uno de los principales referentes de nuestra cultura. Liberarnos de esa presión (aunque seamos creyentes disidentes) nos conducirá a nuevas perspectivas analíticas y probablemente a un nuevo cuestionamiento en el seno de la propia iglesia que se verá desasistida por dejar de ser un referente social.

Un abrazo de un creyente separado de Roma

Chayo dijo...

Hola Paz:

Se supone que soy católica porque mis padres me bautizaron. Practicante durante muchísimos años porque iba a misa, participaba en las catequesis, campamentos juniors, bla bla bla... Hoy, si me preguntan, me defino como cristiana alternativa. Y ya me estoy planteando dejar de decir lo de cristiana. Me asquea, a veces, pertenecer a algo que me repudia por el hecho de ser mujer. Pero Jesús no lo hizo... y eso lo olvida mucha gente...y creo que las revoluciones sólo se pueden hacer desde dentro... Un abrazo. Chayo

Fernando Díaz | elsituacionista dijo...

Como Ottinger, creo que el sacerdocio femenino sería un paso atrás. Lo suyo es eliminar cualquier tipo de sacerdocio. Hoy día todo el mundo es capaz de leer en las sociedades modernas y, por lo tanto, capaces de interpretar la biblia como quieran.

Respecto a la lastimosa existencia de la mujer en el seno de la Madre Iglesia, es triste decirlo pero la mayor revolución cultural (por amplitud de público) en ese sentido no ha venido de reivindicaciones teológicas o feministas... sino del Código Da Vinci. Eso dice mucho del Feminismo Católico, y nada bueno.

Un placer, como siempre. Cada día está mejor el blog.

MujeresNet.Info dijo...

Dónde andas Paz? Regresa!! Saludos

Karina Falcón dijo...

El asunto de discrimar lo que Es por antiguo e inherente a la mujer misma, lo que le pertenece a la cuna femenina: el sacerdocio y la iniciación social en rituales. El miedo al feminismo, el miedo a la mujer y con ello las barreras, la nulidad.

Anónimo dijo...

Hola Paz!

Lo bueno de entrar en tu blog, es que consigues toda la atención con los temas que escoges.

Saludos,
Omar

Anónimo dijo...

Me estoy leyendo “Mujeres jóvenes y feminismo” publicado por la italiana Marina Cacace en el año 2006. Es un buen ensayo en el que se analizan los posibles motivos de rechazo del feminismo entre las mujeres jóvenes; y encuentra cuatro claves: El tipo de sociedad postmoderna en la que estamos -esta sociedad no basa la asunción de la identidad en el elemento homogeneizador “mujer” y el feminismo sí q se basa en la categoria mujer-, la globalización -Cacace analiza pormerizadamente el error del feminismo blanco al asumir una mirada colonial sobre la problemática local de paises no occidentales-, y la dinámica generacional.
El libro es importante no solo porque desvela la preocupación del rechazo de una herencia que toda mujer tendria que conocer, sino que es alentador ver que es un tema que ocupa el interés de algunas personas que dedican su tiempo,esfuerzo y recursos en averiguarlo.
En algunos paises como Italia, Australia, Estados Unidos; se desarrollan encuestas de actitudes para averiguar la relación entre las mujeres jóvenes y el feminismo. Porque es un tema que preocupa.

En España, en el año 2003, Susana Simancas, una socióloga feminista no perteneciente a ninguna red de asociación o estudios, también se preocupó por el mismo tema desarrollando un trabajo a trancas y barrancas por las dificultades que algunos de ustedes saben. La perspectiva española asumida por esta socióloga tenia una perspectiva más psicologista, por decirlo asi, ya que su estudio ahondaba en las razones que a nivel “micro” podrian tener las mujeres para rechazar el concepto feminista y su herencia. Como lamentablemente, se encontró con una politica inútil que desde el primer momento se encargó de quitarla de en medio y postrarla en el vacio y silencio más absoluto, no hemos podido ver publicado ni perfeccionado un trabajo que , desde nuestro punto de vista, era importante.

Asi que , animo al desarrollo de un proyecto europeo en el que se ensamblen las distintas perspectiva sobre un mismo tema: ¿por qué se rechaza el feminismo?¿cómo podemos solucionarlo?

Les recomiendo el ensayo de la italiana y por supuesto, el ensayo de la española. Y animo a que si encuentran más trabajos sobre el mismo tema nos lo hagan llegar

Muchas gracias
mineras@lycos.es

Anónimo dijo...

VERSION AMPLIADA Y CORREGIDA DE LO DA AYER.: ), CON EL PERMISO DE TOD@S USTEDES

Me estoy leyendo “Mujeres jóvenes y feminismo” publicado por la italiana Marina Cacace en el año 2006. Es un buen ensayo en el que se analizan los posibles motivos de rechazo del feminismo entre las mujeres jóvenes; y encuentra 3 claves: El tipo de sociedad postmoderna en la que estamos -esta sociedad no basa la asunción de la identidad en el elemento homogeneizador “mujer” y el feminismo sí q se basa en la categoria mujer-, la globalización -Cacace analiza pormerizadamente el error del feminismo blanco al asumir una mirada colonial sobre la problemática local de paises no occidentales-, y la dinámica generacional.
La autora llega a la conclusión de que entre las jóvenes se infravalora la desproporcionada carga que sigue comportando el hecho de ser mujeres porque se desvaloriza los problemas existentes y no se cree en las estrategias grupales. Parece que todo se ha conseguido y se disipan los problemas a los que aún tenemos que enfrentarnos en el mundo occidental:
-El tema del empleo: segregación horizontal y vertical
-La participación de las mujeres en los espacios de poder público y privado
-La carga de los cuidados
-La violencia contra las mujeres
-La opresión de los estereotipos del cuerpo y la belleza
entre otros.Asi que una labor seria “arrancar el velo de la costumbre y mostrar lo que se oculta realmente debajo de él”.
Sin embargo, y tras una exahustiva reflexión basado en distintas teorías sociológicas, llega a la conclusión que las energias del movimiento feminista se han trasformado y las jóvenes llevan a cabo otro tipo de movimiento: el feminismo de la vida cotidiana.
Considera que el feminismo está en la vida de las jóvenes como parte de su sentido común y guia sus vidas de tal forma, que sus acciones cotidianas son feministas aunque ellas mismas no sepan que lo son o no quieran identificarse con dicho término. Para la autora estas acciones son positivas aunque cobrarían más fuerza si tomaran conciencia de ello puesto que es necesaria la acción común.

El ensayo termina con un análisis de la participación de las mujeres en distintos movimientos y acciones sociales que ,aunque no sean específicamente feministas, desde luego son acciones que contribuyen a una mejora de las condiciones de vida y que de alguna manera ofrecen una visibilidad de la labor de las mujeres al cambio social.

En nuestra opinión, el final del libro se despega un tanto de la tesis con la que comienza, sin embargo, es un ensayo a considerar no solo porque desvela la preocupación del rechazo de una herencia que toda mujer tendria que conocer, sino porque es alentador ver que es un tema que ocupa el interés de algunas personas que dedican su tiempo,esfuerzo y recursos en averiguarlo.
En algunos paises como Italia, Australia, Estados Unidos; se desarrollan encuestas de actitudes para averiguar la relación entre las mujeres jóvenes y el feminismo. Porque es un tema que preocupa.

En España, en el año 2003, Susana Simancas, una socióloga feminista no perteneciente a ninguna red de asociación o estudios, también se preocupó por el mismo tema desarrollando un trabajo a trancas y barrancas por las dificultades que algunos de ustedes saben. La perspectiva española asumida por esta socióloga tenia una perspectiva más afinada y psicosociológica ya que su estudio ahondaba en las razones que a nivel “micro” podrian tener las mujeres para rechazar el concepto feminista y su herencia. Un estudio , que a diferencia del ensayo italiano, contaba con un trabajo de campo de primera mano que ofrecia otra perspectiva igualmente interesante. Como lamentablemente, se encontró con una politica inútil que desde el primer momento se encargó de quitarla de en medio y postrarla en el vacio y silencio más absoluto, no hemos podido ver publicado ni perfeccionado un trabajo que , desde nuestro punto de vista, era importante.

Tal vez esté a la vuelta de la esquina el desarrollo de un proyecto europeo en el que se ensamblen las distintas perspectiva sobre un mismo tema: ¿por qué se rechaza el feminismo?¿cómo podemos solucionarlo?, porque es alentador que las mujéres jóvenes y no tan jóvenes actuén como feministas,(la lucha cotidiana estamos convencidas que es el arma básica para el cambio social), pero tal vez, la conciencia politica y el reconocimiento histórico también sea importante. Además, como argumentaba Simancas, el rechazo al término “feminismo” sea un termómetro de que aun los prejuicios sexistas no han desaparecido.

Les recomiendo el ensayo de la italiana y por supuesto, el ensayo de la española. Y animo a que si encuentran más trabajos sobre el mismo tema nos lo hagan llegar

Muchas gracias
mineras@lycos.es

Paz dijo...

Gracias a todas/todos por vuestro apoyo. Se que he estado ausente y la verdad es que ha costado. De nuevo he vuelto a coger fuerzas y tengo pensado modificar la estructura de la plantilla, pero...sigo encaminada a proclamar a todas y todos "No tengamos miedo del Feminismo"

Anónimo dijo...

Uf... sobre esto apetece opinar aunque no sin prevención por evitar que pierda peso lo que digo al saberse que soy ateo (desde un punto de vista de honradez personal, agnóstico).

Yo sí creo que el problema nace, vive, crece y trata de perpetuarse en la religión.

Yo no sé si la primera persona que tuvo un concepto de un ente creador fue de sexo masculino o femenino, pero tengo mucha imaginación y puedo suponer que lo que sí sucedió es que fueron los hombres los que se guardaron para sí los dudosamente deseables aunque claramente rentables beneficios que conllevaba el liderar los actos de adoración a dicho ente.

Tengo algún amigo sacerdote, uno en particular a quien aprecio muy de veras, que se nota que tiene unos imperiales deseos reprimidos de abrazar a una mujer, de una manera que va más allá de lo fraternal; de hecho recibe periódicamente cartas de una que le encanta, que yo además conozco y a quien trato a menudo, y que le pone bien a prueba entre otras cosas porque ella me lo ha contado (fué ella quien me presentó al cura y me confesó que siempre estuvo si no enamoriscada, sí muy encaprichada de él). No me extraña que esté tan calvo, pobretico mío... Me confiesa el cura que es duro, pero que el ejercicio de su vocación le exige estar alejado de ciertas responsabilidades como la que comporta una vida en pareja que exige dedicación. Su vocaciónes misionera la ejercita yendo a los sitios más depauperados y peligrosos del mundo, sobre todo en selvas brasileñas.

Trata de olvidarse de la mujer no como ser pero sí como ser que le atrae enormemente.

Lo mismo que le pasa a mi amigo el cura debió sucederle a tanto místico eremita, y que probablemente para alejar ya no solo el deseo o la tentación de yacer con una mujer, sino incluso el propio pensamiento, debió demonizarlas; un poco lo que hacen los novios y novias que quieren cortar una relación de pareja y para ayudarse a ello elaboran ua lista de las cosas feas y que menos les gusta de esa persona, y se solazan en ello, incluso engordándolo, para que se les haga más fácil el trago del adiós y el camino del olvido.

Muy humano.

Para mí que San Pablo debió ligar más bien poco o nada o debió tener problemas eréctiles. No era normal su furibundez hacia lo femenino y que desaprobase toda relación sexual incluso en el matrimonio a no ser que fuese con el único y tan necesario fin de procrear y asegurar generaciones venideras, cosa que tampoco entiendo bien pues ellos creían que el poder de Cristo era inminente y que todo se iría al guano tras el Juicio Final, cosa que, mirando la época histórica de aquellos aconteceres y el calendario de hoy, es más que claro que no ocurrió pero ese es otro cantar.

Los sucesivos Papas desarrollaron esto mismo quizá por las mismas razones de las de mi amigo el cura o las de esos eremitas: "ya que no puedo comer peras, las demonizo y así me calmo", pensarían, y todo lo demás fue cosa de la costumbre, cosa muy humana también, por frecuente.

Trato de guardar enorme respeto por los creyentes en general y por los cristianos en particular pues son ellos con quienesconvivo a diario y en gran número, pero me cuesta entender que sean cristianos y, en el caso particular de mujeres concienciadas con las cuestiones de género que aquí se debaten, más todavía. El mismo Cristo, ese hombre grande e irrepetible, decía cosas del estilo:

-- Mujer: ¿qué tienes que ver tú conmigo?

Esto podría ser aceptable si la mujer en cuestión fuese la vecina del cuarto, pero la cosa cambia cuando la destinataria de tan displicentes palabras era nada menos que su propia madre.

Yo adoraba a Juan Pablo II y a Ratzinger, casi tanto como al otro, por una razón: me encantaba ver cómo tenía las santas agallas de decir las cosas que decía, barbaridades plenas, pero las decía porque creía en ellas y porque es la potura de la iglesia, por mucho que jóvenes bienintencionados y enguitarrados traten de hacer algo de apertura en el seno de una institución monolítica y que debió quedar caduca hace ya mucho. No cabe apertura alguna en una institución en la que todo está dogmatizado. Juan Pablo II debió hablar mucho de esto. Yo me frotaba las manos pensando: échale más leña al fuego y te quedas sin clientes, majo; ojalá sea así. Pero no.

Incomprensible.

Lo cierto es que los cambios que hace la iglesia son en esencia respuests marketinianas para hacer frente a los tiempos modernos, para sobrevivir, pero sigue defendiendo un modelo patriarcal y de familias nucleares cuyo centro donde confluyen todas las renuncias es la mujer; cuya diana donde acierta el dardo de las responsabilidades internas que excluyen la posibilidad del desarrollo externo recae en la mujer.

Inadmisible. Yo sí combato la religión porque es perniciosa, porque es nociva. No rechazo a los curas como mi amigo el calvo que es un valiente y un cacho pan, y hay miles como él, al igual que tantas mujeres que desde el monjato le echan a la vida unas agallas, una entrega y un amor que de verlas le da a uno vergüenza mirarse al espejo, pero defienden una institución que se eleva para llegar más altos, poniéndose de puntilla sobre cientos de millones de cabezas de mujeres que son las que soportan ese modelo que la iglesia NO PUEDE CAMBIAR NI CAMBIARÁ porque si lo hace se hunde.

A veces fantaseo acerca de si mi discurso hubiese sido más radical si en vez de hombre yo fuese mujer y pienso que quizás no: creo que todo esto no es una cuestión de sexo sino de sentido común aderazado con una mijita de sensibilidad; aunque no excluyo el hecho de haber sufrido enclustramientos por mi condición de mujer. Quizá en ese caso, ya por cabreo puro, lo mío habría sido de incendio. Y pensándolo bien, tal vez sea necesario incendiar muchas ideas, muchas memeces incompatibles con la razón, con ser simplemente buena gente.

Paz: ojalá el feminismo cobre tanta fuerza que a más de uno (y de una) le tiemblen los tobillos y le teman de verdad hasta el punto de convertirse en su peor pesadilla, porque hace falta.