26 enero 2008

Violencia Machista II. Alienación

¡Qué bien¡, por hoy se termina la jornada laboral, son las 02:15 a.m. de un viernes, nos bajamos todos al vestuario y Raquel una compañera, me pregunta si salimos a tomar unas cañas, le digo que me apetece mucho, pero que él me espera como casi todas las noches en la otra acera. Me mira preocupada y me comenta lo mucho que mi vida se asemeja a Cenicienta, “a tal hora en casa debes estar”.

Subo corriendo las escaleras del trabajo, no conviene hacerle esperar pero me pregunté -¿Por qué me compara con Cenicienta?

Es domingo, toca fingir, noto que se mueve hacia mí, oigo su respiración, siento sus manos sobre mi cuerpo, me siento sucia y asqueada pero se que terminará pronto, solo he de disimular y fingir, fingir que me gusta.

Me dejo, hace tiempo que no siento nada, respiro, como, duermo, ando, estudio, trabajo, pero no siento nada, me noto como muerta.

Me he rendido, no tiene sentido discutir, el tiene razón, no valgo nada. Cuando se porta mal y se siente culpable, me compra cosas, y se vuelve agradable. Hoy me ha dicho que soy como un diamante como el que tiene guardado en una cajita. !Como me quiere¡ me dice cosas muy bonitas, !que romántico¡

He dejado de discutir con él, le doy la razón siempre y el se contenta con esto. Ya no me pega y he dejado de tenerle miedo. Todo me da ya igual, lo que hago no tiene sentido, no me apetece vivir, no me gusto, me odio. Si él quisiera quitarme la vida, está en su derecho, pues yo se que no valgo nada.

Han pasado casi tres años y -¿qué siento?- mucho vacío. No se quien soy, no me identifico, no me reconozco. Es fácil y cómodo dejarse llevar, el me dice como he de vestir, que cosas he de llevar, con quienes tengo que relacionarme y como debo comportarme.

No se nada de mis amigas desde entonces, no le gustan, dice que no son adecuadas para mí. No me relaciono con nadie en la facultad de hecho, no quiero, prefiero evitar discusiones.

Pero, estoy descubriendo algo en este trabajo, que no tengo tiempo para pensar en él. Es raro, pero estando en caja debo reaccionar con rapidez, estar muy concentrada en atender a la gente y servirles los menús que desean comprar. Es una tontería lo que digo, lo sé, pero él no está aquí, no pertenece a este espacio.

No tengo tiempo para pensar en él, hay mucho trabajo y sin darme cuenta empiezo a sonreír (porque nos obligan a tener una sonrisa en la cara). Hay un buen ambiente entre los compañeros, con tanta tensión necesitamos apoyarnos para quitarnos el agobio de encima, entre bromas y patinazos sobre el suelo grasiento, por primera vez me siento ¿libre de su influencia?

5 comentarios:

Fernando Díaz | elsituacionista dijo...

Impresionante cómo conseguimos convencernos, en toda situación, de que aquéllo que nos pasa es siempre normal. Hasta el terror más tétrico se puede convertir en rutina.

Lo que más interesante me parece son las estrategias para irse, para escapar de aquél a quien nunca mereciste.

Mucho sentimiento para una sola semana. Mucha confianza para quien sólo atisba a conocerte.

Anónimo dijo...

"...he dejado de tenerle miedo".
No es cierto, eso quiere pensar, pero no, el miedo es terrible, peor que la falta de confianza, peor que acostumbrarse al desamor, peor que acostumbrarse a vivir fingiendo, es el miedo: paraliza, quita el razonar, hace conformarse con cualquier cosa...pone cobardía. Ata. Ata.
Ahora, es esclava. No de él. Sino, del miedo que la ata. Y contra esto no pueden las leyes, ni los abogados, ni la familia, ni los amigos...nada. Sólo ella. Un día verá claramente que tiene que ser valiente. Y se quitará las telarañas.

Paz dijo...

A Celeste:
Así es, hay que ser valiente, hay que vivir, nadie tiene derecho a usurpar nuestra vida. Hay que abrir los ojos, a pesar de lo que nos pueda pasar pero merece la pena luchar.

Neo dijo...

Dan miedo estos casos de dependencia emocional, de esclavismo afectivo y de síndrome de esto-es-el-colmo. Los hombres tenemos extrañas formas de querer, retorcidas por una educación y un entorno del que es difícil salir. Pero no podemos escapar de nuestra obligación de ayudar a que estas mujeres puedan conseguir su libertad.

Gabriel dijo...

Los hombres tenemos la inmensa responsabilidad de construir una nueva masculinidad donde des-aprendamos todos esos absurdos modelos machistas misóginos y retrógrados hasta el asco.
Es involucrarnos y ayudar en la construcción del nuevo paradigma donde las mujeres son absolutamente libres de toda dependencia de cualquier tipo de los hombres, donde ellas son también protagonistas en la construcción del mundo y en el manejo de los destinos de la humanidad.
Es un trabajo que implica despegase y abandonar de una vez por todas muchos atavismos y condicionamientos de diversos tipos, religiosos para empezar, culturales, sociológicos, sicológicos, etc
Es renunciar al patriarcado que engendra al "macho" es decir Soy Hombre y estoy a tu lado Mujer, para luchar contigo hombro a hombro, no estoy nunca por encima ni más arriba de ti en ningún aspecto de la vida, No soy tu dueño ni tu amo, Soy tu compañero tu cómplice, tu aliado tu amigo en todas tus luchas, en todos tus sueños, en todos tus propósitos.
Es entender que Ellas son la esperanza de la humanidad en la medida que entre todas y todos pongamos fin al paradigma patriarcal fuente de todas las injusticias, violencias, abusos, corrupciones depredación y muerte de la raza humana y de nuestra Madre tierra.