18 mayo 2007

El acceso de las mujeres a la Educación



El origen de los argumentos a favor de la educación de las mujeres se sitúa en la Ilustración, sin embargo, el proceso de escolarización y educación de las mujeres no siguió una evolución paralela al de la población masculina, ya que se ve postergada por una gran resistencia social fundamentada en las obligaciones domésticas.

El acceso a la educación ponía en peligro la aceptación de su papel tradicional dentro de la familia sólo se permitía la instrucción elemental y siempre que sirviese al mejor cumplimiento de sus funciones de esposa y madre.

En el siglo XVIII comienza a institucionalizarse la educación de las mujeres, aparecen
escuelas de niñas creadas por Carlos III en Madrid aunque la enseñanza se limitaba a ciertas tareas relacionadas con lo doméstico, sin permitir otro tipo de enseñanzas.

La instrucción (leer y escribir), así como algunas nociones de cultura general quedaban relegadas a las clases privilegiadas que además de aprender las tareas propias de su sexo (religión y moral), a comportarse adecuadamente en sociedad.
Como bien defiende Rousseau en “Emilio o de la Educación”, la educación de las niñas y de las mujeres debe estar subordinada a la educación masculina, del mismo modo que las mujeres han de estarlo a los hombres.

Las mujeres son conceptualizadas como un suplemento del varón cuya educación debe orientarse no hacia la consecución de la autonomía, sino hacia la dependencia: primero del padre y después del esposo. Por ello, es mejor formarlas en la sumisión y en la obediencia objetivo que había que conseguir no a través del razonamiento, sino del castigo. Pese a este panorama desalentador en todas partes comenzaban a alzarse voces que reivindicaban la educación femenina.

– La Ley de Instrucción Pública, de 1857, (Ley Moyano) supone la obligatoriedad de la asistencia de las niñas a la escuela, aunque manteniendo una importante diferencia en cuanto a los contenidos que recibían. Poco a poco el ambiente va siendo más favorable y ello hace que en toda Europa prospere la educación de las mujeres.

En España contribuyen a ello dos instituciones:

– Asociación para la enseñanza de la mujer.
– La Institución Libre de Enseñanza.

En 1910, la Institución Libre de Enseñanza, consideraba la “Coeducación” como un elemento fundamental para eliminar la inferioridad de la mujer, la cual no desaparecería hasta que ésta se educase no sólo como el hombre sino con él.

En nuestro país existieron algunas experiencias de enseñanza mixta en las primeras décadas del siglo XX, pero con la implantación del régimen franquista, a partir de 1936, fueron prohibidas.

En la actualidad, los estudios acerca del sexismo en la escuela se encuentran a medio camino entre la generación de alternativas educativas no sexistas y la valoración y eficacia de las mismas.

En los últimos veinte años, se han producido importantes avances normativos en materia de igualdad de oportunidades.

En los materiales educativos ha disminuido la presencia androcéntrica, pero aún se constata sexismo en el curriculum oculto.

El cambio hacia una escuela coeducativa es más factible si el profesorado ha recibido formación específica en materia de igualdad de oportunidades.

En la relación entre el profesorado y el alumnado, perviven los estereotipos de género, de manera que la interacción con unas y otros es diferente y las expectativas que se generan para cada grupo también

En la relación entre el alumnado, los chicos siguen desempeñando un rol protagonista y manifiestan una serie de conductas diferentes a las de sus compañeras.

Debemos pensar que la Educación es un compromiso social, un elemento indispensable para la autonomía de todas y todos.


Analicemos el Modelo Coeducativo del que tanto se ha hablado. ¿En que consiste? ¿Cuales son los objetivos?
La coeducación no surge de manera automática por el simple hecho de que niñas y niños compartan las mismas experiencias educativas en un espacio físico.

La coeducación implica:
Una intervención explícita e intencional que propicie el desarrollo integral de las alumnas y alumnos prestando atención al propio sexo biológico, al conocimiento de la otra persona y a la convivencia enriquecedora entre ambos géneros.
Una acción educativa, con criterios y planteamientos pedagógicos claros, que se propone un cambio de actitudes y la formación de hábitos que promuevan un mayor equilibrio entre mujeres y hombres.
Un reconocimiento de la propia condición sexual, haciendo que cada persona llegue a ser lo que realmente quiera.

La coeducación es un proceso que exige:
La eliminación de las discriminaciones presentes, tanto en la estructura y normas sociales como en las actitudes de las personas.
Una aceptación del propio sexo y de la propia identidad sexual que se apoya en el trato justo y la actitud positiva de quienes ejercen influencias en la construcción de patrones sociales y educativas.
Incidir sobre las actitudes, los discursos y los planteamientos no sólo del alumnado sino también del profesorado ya que la educación es un proceso de comunicación.
Poner al alumnado ante situaciones de igualdad real de oportunidades entre mujeres y hombres (académicas, profesionales y, en general, sociales) de tal modo que en la escuela nadie tenga que partir de una situación de desventaja o tenga que superar especiales dificultades para llegar a los mismos objetivos.
Propiciar una comunicación entre los sexos basada en el respeto mutuo, en el conocimiento adecuado, en la aceptación convivencial y en el diálogo mutuo.
Educar en igualdad, teniendo en cuenta el valor de las diferencias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta.

Ojalá yo hubiese tenido una educación así. No tuve hermanas ni primas, mi familia se mudaba a menudo de ciudad y de muchacho era tímido con las chicas y como me costaba un imperio acercarme a ellas, nunca logré fraguar un acercamiento que fuese más allá del ¿me puedes decir la hora? Para colmo, todos los colegios a los que fui, bastantes, eran de chicos.

Para mí las chicas eran un absoluto misterio y una fuente continua de rubor; enamoradizo como era, las idealizaba hasta extremos inimaginables y todo era nácar, porcelana, poesía de adolescente, y siempre tenía a alguna chica elevada entre nubes y tules, angeleando por mi mente febril.

Me faltaba la prosa, leñe.

Tanto desconocimiento me hizo vivir una infancia y adolescencia mutilada. Siempre fantaseaba con tener una hermana mayor y poder ser su amigo porque el resto de chicas no es que fuesen marcianas, que yo sabía que eran terrícolas y humanas, sino que para mí vivían en marte, tan inasequibles para un sentimental pusilánime sólo en esta cuestión; en las demás era lanzado como un guerrillero. Y claro, cuando llegó el momento de conocerlas todo fue una continua metedura de pata hasta hace bien poco en que por vocación, oportunidad, casualidad y apelotonamiento me hice varios master seguidos, muchas veces a trompicones, centrados esencialmente en aprender, sí, pero sobre todo en corregir errores y toda una Enciclopedia Larousse de tópicos y chorradas sobre las mujeres

Por eso lanzo ese "ojalá yo hubiese tenido esa educación" de convivencia y, sobre todo, de conocimiento, base del respeto y de la realidad, tan simple, tan fácil de aprender, que siento que se me han robado lustros y lustros de vida feliz en los que me dediqué a ser un ignorante rayando la imbecilidad, pues los tópicos y la irrealidad que en foros como este se denuncian eran las vestiduras que me tocaron en suerte ceñir y no fue fácil tras tantos años de ceguera empezar a comprender, desarmar los complejos esquemas, mirarlos despiezados, tirarlos al vertedero pues con eso no se podía armar nada y construírme de nuevo, en soledad, mirando aquí, escuchando allá.

Paz: tengo una curiosidad: eso que dices que "bien defiende Rousseau", para luego exponer la barbaridad defendida, supongo que la bondad de esa defensa descansa en que lo hacía con vehemencia, porque pensé que la proclama Rousseauniana la había leído mal y tras releerla, vi que era un destino.

También tengo una pregunta: ¿Qué es eso del curriculum oculto?

Gracias y perdón a quien me lea por hablar de mí pero es que soy la persona que tengo más a mano.

Anónimo dijo...

Perdón: un destino, no; un desatino. Anda que si no lo corrijo, lo mismo se queda alguien tres cuartos de hora pensando en algún sentido profundo que hubiese querido darle a mi afirmación... juajuajua